MAS CULINO - MENOS CULINO: INSTINTOS HUMANALES

Saludos, queridos contertulianos, una vez más. ¿Qué os vengo a soplar hoy? Pues, como ya he intentado insinuar a través del título de este nuevo episodio, vengo a introduciros (tranquiilooos) en el increíble lenguaje del cuerpo, referido, en este caso, a ese bicho de entre dos y tres patas que es el macho humano.

A continuación transcribo un fragmento del libro El lenguaje del cuerpo de Allan Pease; con algunas de mis notas en rojo:

GESTOS MASCULINOS DE COQUETERÍA

Como los machos de todas las especies, (algunos, por ejemplo YO, mucho más interesantes que otros; por ejemplo Agapito, etc) el hombre se comporta con coquetería cuando se acerca a una mujer.

Aparte de las reacciones fisiológicas ya mencionadas, se llevará una mano a la garganta para arreglarse la corbata. Si no usa corbata, puede que se alise el cuello de la camisa, se quite alguna mota de polvo imaginaria del hombro, o se arregle los gemelos, la chaqueta o cualquier otra prenda.

También es posible que se pase una mano por el cabello. (También es posible que tenga pulgas).



Hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci

El despliegue sexual más agresivo es adoptar la postura con los pulgares en el cinturón, (¡aaaah! ¡pulgarees!¡no me agredas con esas terrible armas!) destacando la zona genital.

También puede girar el cuerpo hacia la mujer y desplazar un pie hacia ella, emplear la mirada íntima y sostener la mirada durante una fracción de segundo más de lo normal (perfectamente cronometrado).

Si realmente está interesado, se le dilatarán las pupilas (síii por el interés, síi..). Con frecuencia adoptará la postura de las manos en las caderas para destacar su dimensión física (el Xiquet lo hace a menudo, oh, madre, como intimida).

Si está sentado o apoyado contra una pared, puede ocurrir que abra las piernas o las estire para destacar la región genital.

Por lo que se refiere a los rituales del cortejo, en la mayoría de los hombres son tan efectivos como alguien que está mirando el río y tratando de pescar golpeando al pez en la cabeza con un palo.

Las mujeres, como ya veremos, tienen más recursos y habilidades para la pesca que los que cualquier hombre pueda llegar a adquirir.

De todo lo cual se induce que no hay macho como el lechuzo. He de decir que lo más divertido es observar las danzas del cortejo. Si no sois expertos o humanos, por favor, no probéis en casa a imitar estos terribles gestos: las consecuencias podrían ser terribles.

Sacad, en cambio, vuestras plumas de colores, mostrad vuestros mejores gorgoritos, expulsad vuestras sutiles feromonas: resultará mucho más eficaz y sugerente. ¡La madre naturaleza tiene la respuesta!



Chinches en cortejo: ejemplo ilustrado