AVIACIÓN MEDIEVAL: EL PRIMER MÉDICO VOLADOR

¡Qué pasa, pollos/as (nos han sugerido que seamos políticamente correctos)! Regreso una vez más con un par de crestas para sacar del corral mi nueva sección,

EL TEOREMA DE BERNOUILLI ES LA MADRE DEL CORDERO

en la que además de tratar mi tema favorito (YO) podréis disfrutar de la más variopinta información acerca de otra de mis aficiones: los bichejos que vuelan y el maravilloso mundo que los rodea, ia ia oh.




Bernouilli: ¡Hijooo!


El Cordero: ¡Mamáa-a-a!


Para entrar en materia, os encasqueto un poco de historia de la aviación, cuando menos, curiosa. En efecto, como defensor de la interacción de los conocimientos y de los intereses múltiples, pongo al alcance de todos nuestros lectores la anécdota del primer médico volador.


Si te importa un huevo... estás hecho un gallina, así que ¡bienvenido! (nota: pitosilogismo alias el pito sigiloso)

El primer médico volador

Los australianos están orgullosos de sus médicos voladores. Se trata de un servicio médico por avión. Pero ya en la Edad Media el doctor Damien de Stirling, Escocia, se convirtió en el primer médico en ir por los aires.

El doctor Damien era una calamidad y curaba a tantos como mataba. El idiota del rey Jacobo IV le dio un montón de dinero para que convirtiera los metales en oro, pero no lo consiguió.

Entonces intentó volar. Un cronista de la época dijo:

Damien se empeñó en volar. Así que fabricó dos alas con plumas, se las ató al cuerpo y se tiró desde las murallas del castillo de Stirling. No tardó en caer al suelo y romperse tres huesos. Echó la culpa del fracaso al hecho de que las plumas eran de gallina diciendo: Las gallinas solo sirven para escarbar en el estiércol, no para volar.


El Castillo de Stirling

Afortunadamente, el rey Jacobo también era médico y bastante bueno por cierto, y remendó a Damien. El primer médico volador no fue un gallina ¡que ya es decir por el tipo de alas que utilizó!

Fuente: Esa Bárbara Edad Media, Terry Deary

Y teniendo en cuenta esto, YO, Agapito Caleya, natural de Villapún, manifiesto que haré del vuelo mi profesión y, siguiendo siempre el lema A mala leche todo vuela (y si no, prueba), me embarco, junto a mi primo Pítocles, en La terrible empresa de crear una empresa, siempre con el noble objetivo de forrarnos hasta las patas.


Y de este modo me comprometo a contaros periódicamente nuestros periplos y peripecias, a través de los cuales conoceréis nuestro punto de vista acerca de la jungla cotidiana en la que se enfrentan emprendedores, ambiciosos, incompetentes, burrócratas, gallinas, cerdos, zorros, águilas, linces...

¿Acabaremos tirándonos del castillo de Stirling? ¡Hagan sus apuestas!

Pítocles y yo (dramatización)

Taráraraáraan tararáraáran

¡chan! ¡CHAN!


EN PRÓXIMAS ENTREGAS

A M A L A L E C H E T O D O V U E L A:
LA TERRIBLE EMPRESA DE CREAR UNA EMPRESA