TRAMPA - ANTOJO

Saludos, desconocidos y especialmente por ello bienvenidos lectores, una vez más a mi sección de SOPLA - POLLECES, donde yo y mis extremidades os comunicaremos todo aquello que se la sopla al pollo; y donde quedará fijada toda aquella información que merezca permanecer en los anales de El Cleptómono, es decir, que nos vamos a pasar por los anales.

En efecto, gracias a esta sección, podréis cumplir fácilmente con el refrán de no te acostarás sin saber una cosa más y así al fin dormir tranquila
mente, una vez sepáis que...

Adidas 1
es la primera zapatilla de Adidas, de tan sólo 40 gramos, dotada de un microprocesador bajo el arco del pie, que es capaz realizar hasta 5.000.000 de cálculos por segundo (el microprocesador, no el arco del pie) para asegurarse de que no está demasiado suelta o apretada... Para calmar a los que dudaban de si el mundo estaba controlado con los pies.

Dicho esto, no puedo dejar de recordar, ante la observación de las circunstancias, aquello que ya dijo Epicuro: Si quieres hacer rico a Pítocles, no aumentes su riqueza, disminuye sus deseos; que, según sospecho, muchos de vosotros sin duda tenéis
presente. Pues bien, amigos, ¡AUMENTAD MIS RIQUEZAS! ¡NO SUFRÁIS!


Epicuro de Samos


Teniendo en cuenta mi objetivo de estar podre de pasta, no puedo dejar de admirar a alguien que, teniendo probablemente mi mismo problema a principios del siglo XX, supo emplear su talento mucho mejor que yo. Podéis estar tranquilos, queridos lectores, que yo aún soy un principiante, al contrario que HANS VAN MEEGEREN: el astuto tramposo.

Hans (1880 - 1947) era un vendedor de cuadros holandés que falsificaba muchas obras maestras que luego endosaba a confiados clientes. Uno de sus garabatos se llamaba Cena en Emaús y engañó por completo a los expertos. En 1937 describieron el cuadro que Meegeren pintó de Jesús y sus discípulos como ¡el cuad
ro más logrado de Vermeer! Para hacer falsificaciones absolutamente brillantes, Meegeren resultaba muy útil. Incluso llegó a dar gato por liebre al mariscal del III Reich, Hermann Göring, cuando le vendió un Vermeer falso durante la II Guerra Mundial. Pero el terrorífico Göring, con su paso de ganso, tenía golpes inesperados.

Hermann Göring

Cómo el astuto Hans van Meegeren burló a Göring (y viceversa)


GÖRING: Heil, Hitler! Herr van Meegerren. ¿Cuánto quierre porr ese prrecioso cuadrro de Verrmerr?


MEEGEREN: Heil, Hilda, Herr Göring. Para usted serán 30 millones, en agradecimiento a su invasión de mi pequeño país (salchichero fascista con cara de hurón)

GÖRING: De acuerrdo. Trrato hecho.


MEEGEREN: Tome usted, mi querido Herr Göring, espero que esté contento con él (tú, contoneándote con tu cruz gamada, borrachín, que no sirves ni para tomar el té en el culo de un jabalí).

¿Qué pensaron ambos después de su maravillosa transacción?


MEEGEREN: ¡Je, je! ¡Vaya éxito! Poco se imagina ese nazi nauseabundo inútil total que no es un Vermeer original, sino una excelente falsificación hecha por mí.


GÖRING: ¡Ja, ja! ¡Vaya jugarrreta astuta!
Poco se imagina ese marrchante de cuadrros bobalicón que le he pagado porr ese excelente Verrmerr orriginal con dinerro falso.

Invéntate otra, ésta está muy gastada

Después de la guerra, se encontró una de las colecciones de cuadros robados del horrendo Hermann Göring, escondida en una mina de sal (
también robada). Entre los cuadros estaba el falso Vermeer que había comprado a van Meegeren. Al cabo de poco tiempo, la policía holandesa hizo una visita a Meegeren en su casa.

- ¿Qué sucede? - preguntó van Meegeren.

- Que se terminó el juego. Esto es lo que sucede, ¡astuto traidor! - gritaron los agentes -. Hans van Meegeren, quedas arrestado por vender obras de arte al enemigo.

- Yo no vendí arte a los nazis. Los engañé. Les vendí una falsificación. Yo soy un holandés leal. ¡Soy falsificador, no un maldito colaboracionista! - protestó Meegeren.

- ¿Nos tomas por estúpidos? - replicaron las autoridades holandesas - Inventáte otra. Ésta está muy gastada.

- Soy falsificador, ¡de veras! - gritó Hans -. Todas mis falsificaciones son originales.

- Demuéstralo - exigieron los agentes.

- De acuerdo, lo haré - respondió Meegeren.

Le dieron pinturas, pinceles y lienzos, y luego lo encerraron en un estudio con rejas. Él se puso enseguida a pintar. Al cabo de un rato, los expertos echaron un vistazo a lo que estaba haciendo y no pudieron dar crédito a lo que veían. Ante sus ojos tenían un Vermeer.

-¡Caramba! - dijeron los agentes -. Estábamos equivocados. No es uted un falso falsificador. Es un verdadero creador de falsificaciones originales de obras maestras.


Falsificación de van Meegeren de un cuadro de Vermeer


POST - PATA
:
Este texto ha sido escogido para usted siguiendo rigurosos controles de calidad y selección por parte de mi comando de monos y yo; del libro ESE INCREÍBLE ARTE, de Michael Cox.

Firmado por
YO Y MIS EXTREMIDADES alias PÍTOCLES